El
miedo… extraña palabra que nos impide hacer lo que queremos. Nos impide hacer
una exposición oral, por ejemplo. Eso es lo que me ha pasado a mí. Por eso no
voy a hacerla, por miedo. En realidad no es miedo. Hace unos años sí que tenía
miedo pero ha aprendido que no vale la pena tener miedo de nada porque, al fin
y al cabo, se supone que todos somos iguales y no debería tener miedo de salir
delante de unos chavales adolescentes y un profesor que no me quitarán el ojo de
encima. Además, yo pienso que poder salir a hablar de lo que en realidad me importa
es una gran oportunidad porque en otras asignaturas ni siquiera puedo
expresarme libremente.
Pero,
¿entonces porque no la hago? ¿Por miedo
ha hacer el ridículo y quedar como una tonta delante de mis compañeros? Tampoco
es por eso. La verdad es que no sé por qué no la hago. Intenté
escribir este texto esperando encontrar la respuesta pero parece que
tampoco me ayuda demasiado. A veces es muy difícil hacer lo que los demás
quieren. Y yo creo que si la hubiera hecho habría sido por la nota y no por
intentar hablar de lo que de verdad me interesa. Al fin y al cabo, ¿por qué
hacemos todas las cosas que hacemos? Exactamente. Lo hacemos porque solemos
tener una recompensa y yo no quiero esa recompensa. No es que no me importe
aprobar, pero me he cansado de intentar
perseguir objetivos solo por una
recompensa. Yo quiero hacer algo que de
verdad me guste aunque no tenga una
recompensa segura.
La verdad
es que cuando oí al profesor decir “esto es voluntario” yo en realidad oí “posibilidad de subir nota sin consecuencias negativas para la
nota” e inmediatamente levanté la mano
sin pensármelo dos veces. Después, pensé en ello y decidí no hacerla y no
es porque me dé miedo de que mis compañeros se abalancen sobre mí como unos
buitres sino que es por el simple hecho de que no quiero. Esa es mi
decisión y si no subo nota, sinceramente, me da igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario